lunes, 28 de enero de 2008

Sobre comercio franco-mexicano

Avanza comercio franco-mexicano

Publicado en Negocios - Reforma

Por Laurence Pantin


(28-Ene-2008).- El Grupo de alto nivel franco-mexicano que crearon los presidentes Felipe Calderón y Nicolas Sarkozy durante la visita en París del Mandatario mexicano en junio pasado, se reunirá por primera vez hoy en México.
"Tiene como objeto establecer un diagnóstico y dar la pauta para proyectos comunes que favorezcan la estructuración, sean un motor de progreso y se caractericen por ser innovadores", señaló en entrevista Hervé Novelli, secretario de Estado para las Empresas y el Comercio Exterior de Francia, quien acompaña a los empresarios franceses miembros del Grupo en su visita de dos días.
Además de sostener reuniones con miembros mexicanos del Grupo de alto nivel -cuya lista de participantes aún no fue revelada-, tendrán encuentros hoy con Eduardo Sojo, Secretario de Economía, y Patricia Espinosa, titular de la SRE, y mañana con el Presidente Calderón.
Los miembros de la delegación francesa son ocho dirigentes de grandes empresas y un académico, entre ellos: Jean-Louis Beffa, de Saint-Gobain; Bruno Lafont, de Lafarge; Gérard Mestrallet, de Suez; Gilles Pélisson, de Accor; Franck Riboud, de Danone; y Jean-Michel Blanquer, Rector de la Academia de Créteil.
Novelli espera que el Grupo pueda conformar asociaciones públicas y privadas de cooperación industrial y tecnológica que beneficien a ambos países, así como ayudar a que más empresas francesas participen en licitaciones de contratos públicos en el marco del Plan Nacional de Infraestructuras lanzado por Calderón.
"Francia fue el cuarto inversionista extranjero en 2006", explicó, "y debería ser el tercero en 2007. Con un volumen de negocios de 12 mil millones de dólares y 75 mil empleos directos, nuestras empresas contribuyen con su presencia al crecimiento del País y del empleo".
Informó que mañana irá a la inauguración en Cuautla, Morelos, de la mayor planta de fabricación de vidrio plano de Saint-Gobain en el mundo y señaló la inauguración la próxima semana de una fábrica de refacciones para automóviles de Plastic Omnium en Silao, Guanajuato.
Respecto a la salida del País de empresas francesas como Auchan o Carrefour, o de la venta de plantas por Electricité de France, Novelli estima que las nuevas inversiones son más significativas que las cesiones.

domingo, 27 de enero de 2008

Sobre la situación política, económica y social en América Latina


América Latina: nuevos desafíos


Publicado en Enfoque - Reforma


Por Laurence Pantin


(27-Ene-2008).-


Nuevas constituciones

El 2007 fue marcado por los intentos de los gobiernos de tres países -Venezuela, Ecuador y Bolivia- de reformar o establecer una nueva Constitución con el fin de implementar el "socialismo del siglo XXI".
En Venezuela, Hugo Chávez presentó en agosto pasado un proyecto de reforma a la Constitución Bolivariana que impulsó cuando llegó al poder en 1999. Mientras la Constitución aprobada entonces por el 70 por ciento de la población garantizaba la libertad económica y promovía la iniciativa privada, esta vez se proponía "la construcción colectiva y cooperativa de una economía socialista".
El proyecto de reforma también contemplaba la extensión del mandato presidencial de seis a siete años, y la posibilidad para el Presidente de buscar la reelección sin límite, cuando actualmente está limitada a una vez. Justo un año después de su reelección con 62 por ciento de los votos, Chávez tuvo que admitir su derrota en el referendo sobre su propuesta de reforma a la Carta Magna, rechazada por el 50.7 por ciento de los electores el pasado 2 de diciembre. Pero no descartó hacer una nueva consulta sobre una propuesta de reforma simplificada a la Constitución en el transcurso de los cinco años que le restan en el poder.
El presidente de Bolivia, Evo Morales, también promovió la redacción de una nueva Constitución, por lo que se eligió en julio de 2006 una Asamblea Constituyente, encargada de redactar el borrador de la nueva Carta Magna. Sin embargo, ésta debió interrumpir sus trabajos durante tres meses debido a un conflicto entre el partido oficialista y la oposición sobre la sede del gobierno nacional. La Asamblea reanudó sus deliberaciones en noviembre pasado, sin la participación del principal partido opositor, y aprobó el texto de la Constitución que deberá ser ratificado por referendo popular este año. De ser avalada, la nueva Constitución establecería un Estado plurinacional con más poder para los indígenas, un régimen económico mixto controlado por el Estado, la posibilidad de reelección del Presidente sin límites y la instauración de una segunda vuelta electoral.
Mientras esos puntos no generaron mayor controversia, el establecimiento de autonomías por departamentos, provincias, regiones y comunidades indígenas fue rechazado por la oposición y por cinco de nueve prefectos, que exigen que la autonomía llegue solamente a nivel departamental.
Por su parte, en noviembre el presidente ecuatoriano Rafael Correa manifestó su intención de promover una nueva Constitución que concilie generación de riqueza con justicia social y permita una mayor intervención del Estado en el manejo de la economía para contrarrestar la influencia del neoliberalismo. Su proyecto de Constitución también prevé la posibilidad de reelegirse por una ocasión. La Asamblea Constituyente designada por los electores en octubre pasado está controlada por el partido del Presidente, por lo que ratificó a éste en su cargo mientras disolvió al parlamento dominado por la oposición, que acusó al gobierno de iniciar una dictadura. La Constituyente tendrá seis meses para redactar y aprobar el texto de la nueva Constitución, que deberá ser ratificado por referendo popular este año.



Fidel, ¿Presidente de nuevo?

Tras 17 meses de incertidumbre en torno a la salud de Fidel Castro y el futuro político de Cuba, algo se mueve en la isla.
Cuando las autoridades anunciaron el 31 de julio de 2006 que Fidel dejaría a su hermano Raúl las riendas del país, como consecuencia de una enfermedad digestiva, empezaron las especulaciones en torno a una posible transición de poder. La ausencia de apariciones públicas del convaleciente líder de 81 años y sus escasos retratos fotográficos o videograbados desataron rumores sobre su verdadero estado de salud. Pero las imágenes de su encuentro con el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, el pasado 15 de enero -las primeras en meses en las cuales Fidel aparece de pie- sugieren que recobró fuerzas.
Aunque Fidel no ha anunciado si se presentará por séptima vez a la Presidencia del Consejo de Estado el próximo 24 de febrero, el haber sido electo diputado en los comicios del pasado 20 de enero lo habilita otra vez al cargo, ya que ser diputado es un requisito para ser candidato.
En una muestra del control político que todavía tiene el Partido Comunista, el 96 por ciento de los electores cubanos (8.1 millones) salió a sufragar el domingo pasado y el 91 por ciento escogió la fórmula del voto unido promovida por las autoridades.
Sin embargo, Castro ha dado recientemente mensajes que algunos interpretan como un retiro, al menos a una posición de liderazgo que ya no lo coloque en la primera línea. En la última sesión plenaria del 2007 de la Asamblea Nacional, dijo en un mensaje a los legisladores que no se aferra al poder; después, en un artículo del 16 de enero, reconoció su debilidad física y dijo haber encontrado en la escritura una "experiencia nueva".
Mientras se especula sobre el futuro de Fidel, otras figuras han adquirido reciente protagonismo: Carlos Lage, vicepresidente del Consejo de Estado; el canciller Felipe Pérez Roque, y el líder de la Asamblea Nacional, Ricardo Alarcón, entre otros.
Y Raúl Castro ha dado un nuevo matiz al liderazgo en la isla. El hermano menor de Fidel, quien es considerado un pragmático, llamó a hacer la autocrítica del régimen y afirmó la necesidad de una más extensa libertad de expresión en la sociedad y de una mayor pluralidad en el Partido Comunista. En el plano económico, tomó medidas dirigidas a mejorar las condiciones de vida de la población y favorecer la productividad.



Banco del Sur

Frente a la resistencia de organismos financieros multilaterales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo de darles más poder de decisión en su seno, siete países latinoamericanos encabezados por Venezuela crearon el pasado 9 de diciembre el Banco del Sur.
Además de Hugo Chávez, los firmantes del documento constitutivo del Banco fueron: Néstor Kirchner, presidente de Argentina; Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil; Evo Morales, de Bolivia; Rafael Correa, de Ecuador; Nicanor Duarte, de Paraguay; y Tabaré Vázquez, de Uruguay. El nuevo banco de desarrollo, cuya sede central estará en Caracas, fue diseñado como una alternativa a los organismos internacionales de crédito. En éstos, el peso del voto que tiene cada socio depende de su PIB y de la cuota que paga al organismo, y muchas veces la repartición de poder no se actualizó para tomar en cuenta el cambio de posición económica de los países emergentes.
En contraste, los siete socios del Banco del Sur acordaron que cada país contribuirá al capital del banco de acuerdo con su capacidad financiera y desarrollo relativo, pero que todos los miembros tendrán el mismo poder de voto y veto. A más tardar en febrero debería definirse el monto que cada país aportará al capital inicial del banco que será de 7 mil millones de dólares.
Pero la mayor diferencia entre el nuevo banco y los organismos de crédito tradicionales es que éste no podrá imponer reglas sobre el manejo financiero del país que solicite un crédito, como lo hace el FMI, exigiendo a sus deudores que implementen políticas neoliberales.
Este banco también es uno de los pasos emprendidos por Chávez para una integración latinoaamericana. Sin embargo, Brasil puso límites a la estrategia al imponer como regla del banco que sólo otorgue créditos a países sudamericanos. Esto, con el fin de impedir que Chávez use el banco para apoyar a sus aliados ideológicos fuera de la zona, como Cuba o Nicaragua.



Autonomía: el conflicto boliviano

Aunque la descentralización es una prioridad para todos en Bolivia, el presidente Evo Morales está a favor de dar autonomías en todos los niveles de gobierno (departamental, regional, indígena y municipal), mientras que la oposición, encabezada por los prefectos de cinco de los nueve departamentos del país, exige que la autonomía sea restringida al nivel departamental, por considerar que el proyecto de Morales les restaría poder. El desacuerdo llegó a tal grado que Santa Cruz, junto con otros cuatro departamentos, amenazó con separarse de Bolivia.
El conflicto alcanzó su clímax cuando la Asamblea Constituyente, dominada por el partido gobernante, avaló en noviembre pasado un proyecto de nueva Carta Magna afín a las propuestas de Morales. En rechazo al nuevo texto constitucional, que deberá ser ratificado por referendo popular este año, entre 400 y 900 opositores realizaron una huelga de hambre del 4 al 15 de diciembre. Ese día, los prefectos de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija decidieron anticipar las disposiciones de la nueva Constitución y aprobar sus propios estatutos autonómicos, mientras el de Cochabamba advirtió que haría lo mismo.
Morales criticó estos estatutos autonómicos y los calificó como una amenaza a la integridad del país y un instrumento para proteger los intereses de los grandes latifundistas, como lo es el impulsor del movimiento autonomista en Santa Cruz, Branco Marinkovic.
Este debate no es nuevo: hace ya tres años que los cuatro departamentos en rebeldía -también los más ricos del país- demandan su autonomía. Es por ello que el mismo Morales convocó a un referendo en julio de 2006, en el que estos departamentos dieron su visto bueno a la autonomía mientras que los otros cinco votaron en contra.
Después de varias semanas de tensión a finales del año pasado, Morales aceptó reunirse con los prefectos el 7 de enero y empezar a revisar el texto de la Constitución con ellos, en un esfuerzo por preservar la unidad de Bolivia.



Rechazo al neocolonialismo

Cada vez es más frecuente que las empresas españolas enfrenten reclamos y amenazas en Latinoamérica.
La presencia de empresas ibéricas en el subcontinente llegó a su auge en los años noventa, a raíz de las privatizaciones de empresas públicas hechas bajo recomendación de organismos financieros multilaterales como el Fondo Monetario Internacional. Es mucho lo que tienen que perder estas empresas, ya que la facturación latinoamericana de las cinco principales multinacionales españolas presentes en la región (Repsol, Telefónica, Endesa, Grupo Santander y BBVA) representa cerca de 100 mil millones de euros (1.5 billones de pesos) al año (Reforma, 25 de noviembre del 2007).
Apoyándose en una retórica nacionalista y antiimperialista, los gobiernos de Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Nicaragua y Venezuela empezaron a cuestionar la manera de operar en su territorio de muchas multinacionales españolas, que a menudo incumplen obligaciones contractuales en cuanto a la calidad de los servicios, sus tarifas o el respeto al medio ambiente.
Los gobiernos de Argentina y Ecuador aumentaron los impuestos a la exportación de hidrocarburos que deben pagar las empresas extranjeras del sector. Brasil suspendió las licitaciones a empresas extranjeras en las inmediaciones del yacimiento que descubrió Petrobras recientemente, lo que afectó a Repsol. Lo mismo ocurrió con la nacionalización del gas en Bolivia.
En Nicaragua, el gobierno amenazó con intervenir en el negocio de distribución de electricidad que compró Unión Fenosa en 2000 si ésta no resuelve el problema de apagones recurrentes que afecta el país.
Argentina también obligó a las empresas extranjeras de servicios a congelar sus precios después de la devaluación de la moneda nacional, disminuyendo de manera drástica los beneficios de empresas españolas como Telefónica y Endesa.
Y el caso más sonado es el de Venezuela, que amenazó con nacionalizar los bancos Santander y BBVA tras el enfrentamiento verbal entre Chávez y el rey Juan Carlos de España en la Cumbre Iberoamericana celebrada en Chile el año pasado.



Diplomacia en favor de rehenes

Después de años de esfuerzos diplomáticos dirigidos a resolver la situación de los rehenes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, la ex congresista Consuelo González y la ex candidata a la vicepresidencia de ese país, Clara Rojas, secuestradas por siete y seis años respectivamente, recobraron la libertad el pasado 10 de enero.
El momento del reencuentro de las rehenes con sus familiares en territorio venezolano fue retransmitido por televisión al mundo entero, no solamente por la emoción de la situación sino porque representó el punto culminante de las negociaciones entre Colombia y los guerrilleros, en las cuales intervinieron Venezuela, Francia, Argentina, Brasil, Chile, Cuba y México.
Cansados de años de conflicto entre el gobierno y las guerrillas, los colombianos redoblaron su empeño el año pasado para exigir al presidente Álvaro Uribe que logre un acuerdo humanitario con las FARC y que éstas liberen a los 45 rehenes que consideran "canjeables" -entre ellos la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt- a cambio de excarcelar a 500 guerrilleros.
Uribe, quien sabe que su popularidad se vería reforzada si consiguiera este acuerdo de cara a una posible segunda reelección en 2010, nombró en agosto pasado a la senadora opositora Piedad Córdoba mediadora para negociar con las FARC y aceptó la propuesta de la legisladora de pedir la conciliación de Hugo Chávez, no obstante sus diferencias ideológicas.
Chávez avanzó en las negociaciones, pero Uribe puso fin a la mediación el 22 de noviembre, tras saber que éste habló por teléfono con el comandante del Ejército colombiano sin avisarle. En respuesta, Chávez anunció el congelamiento de las relaciones bilaterales con Colombia.
Una semana después, las FARC declararon que liberarían a tres rehenes: González, Rojas y su hijo Emmanuel, a quien tuvo en cautiverio. Un primer intento de liberación fracasó a finales de diciembre, cuando la guerrilla acusó al gobierno de incrementar los operativos militares en la zona. Uribe alegó que la verdadera razón por cancelar la entrega de rehenes era que Emmanuel ya no estaba en manos de la guerrilla. Se supo entonces que el niño vivía desde hacía más de dos años en una casa hogar.
Tras el éxito de la segunda tentativa de liberación de Rojas y González, la comunidad internacional felicitó a Chávez, pero unos cuantos días después se distanció de él, cuando el venezolano pidió a Colombia reconocer a las FARC como una fuerza política y sacar al grupo guerrillero de las listas de grupos terroristas del mundo. Uribe aprovechó su gira europea de esta semana para reiterar que los únicos autorizados a mediar por la liberación del resto de los secuestrados son la Iglesia, España, Francia y Suiza.



Recursos energéticos en auge

Mientras Venezuela usa sus recursos petroleros para promover una presunta soberanía energética de la región, Brasil emerge como nueva potencia en la producción de combustibles.
Venezuela continúa en su intento de unificar al subcontinente en torno a la cuestión de la independencia energética. Después de asociarse con Argentina, Brasil y Uruguay en Petrosur y con 14 países caribeños en Petrocaribe, Venezuela creó Petroandina con Bolivia en 2006.
El sueño del presidente venezolano Hugo Chávez, promotor de estas agrupaciones, es conformar la Petroamérica, una entidad que aglomeraría a Petrosur, Petrocaribe y Petroandina. Todas estas alianzas se basan en el mismo esquema: ofrecer a los países socios la posibilidad de comprar el petróleo venezolano a cambio de bienes y servicios o mediante créditos blandos muy atractivos.
Además, Chávez también pretende construir el Gasoducto del Sur, un sistema de abastecimiento de gas para toda Sudamérica de 8 mil kilómetros, que correría desde Caracas hasta Buenos Aires.
Chávez justifica estas iniciativas como una voluntad de ayudar a sus países hermanos, pero sus críticos le reprochan su derroche de petrodólares.
Mientras, Brasil se volvió la segunda potencia energética de la región en noviembre pasado, cuando Petrobras confirmó el descubrimiento de un yacimiento de crudo ligero que podría duplicar las reservas actuales del país. Este descubrimiento se añade a la apuesta de producir etanol, un biocombustible destinado a sustituir las fuentes energéticas no renovables.
En ambos casos, la estrategia brasileña se distingue de la venezolana, al buscar alianzas fuera de la región. Una semana después de confirmarse las nuevas reservas petroleras, que podrían permitir al país volverse exportador de crudo, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva expresó el interés de Brasil de ingresar a la influyente Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
Paralelamente, Lula firmó un acuerdo con Estados Unidos para asegurar el suministro de etanol y garantizar que la producción brasileña del carburante encuentre compradores, lo que le fue criticado por Chávez.



Mujeres al poder

Ser electas presidentas de Chile y Argentina no fue lo más complicado para Michelle Bachelet y la ex primera dama Cristina Fernández de Kirchner. En ambos casos, las verdaderas dificultades llegaron una vez instaladas en el poder.
Aunque la victoria de Bachelet en los comicios del 15 de enero de 2006 fue interpretada en Chile como un golpe al machismo, la mandataria socialista sería después víctima de un intento de "femicidio político", según definió la revista chilena Punto Final el 10 de agosto de 2007 a la serie de ataques recibidos por la Presidenta, que en los últimos meses enfrentó reproches por falta de liderazgo de parte de la oposición y del mismo Partido Socialista y deserciones de diputados y senadores de la coalición a la que pertenece -la Concertación-.
El 19 de agosto, Bachelet declaró al diario El Mercurio que los análisis respecto de su gobierno suelen tener un sesgo sexista. "Ya se aprenderá que los liderazgos femeninos no tienen que ver con la capacidad de tomar decisiones, sino con el estilo que se sigue", dijo.
Las acusaciones de la clase política, y la aplicación fallida de un plan de transporte en la capital que generó descontento entre los usuarios, han deteriorado el nivel de popularidad de la dirigente. En diciembre solamente 39 por ciento de la población aprobaba su gestión, 23 puntos menos que al inicio de su administración en abril de 2006. Para darle un segundo aire a su mandato, que finalizará en marzo de 2010 sin posibilidad de reelección, Bachelet acaba de cambiar a seis ministros de su gabinete.
En Argentina, Cristina Fernández no tuvo que esperar ni una semana después de relevar a su esposo Néstor Kirchner en la presidencia de Argentina, el pasado 10 de diciembre, para verse acusada por un fiscal estadounidense de financiar su campaña con recursos de Venezuela. Tres días después, Fernández rechazó de manera contundente estas acusaciones y reprochó a Estados Unidos montar esta "operación de basura internacional" para obligarla a desistir de su alianza con el presidente venezolano Hugo Chávez. "Esta presidenta puede ser mujer, pero no se va a dejar presionar. Argentina nunca necesitó que le señalen quiénes pueden ser sus amigos", expresó la Presidenta en uno de sus primeros actos oficiales.
La publicación la semana pasada de la declaración patrimonial de su esposo, con quien comparte bienes, desató otro escándalo. La oposición anunció que pediría la investigación de Kirchner, cuya fortuna personal se triplicó durante su mandato.



Fujimori: el juicio del siglo

El proceso penal contra Alberto Fujimori es histórico, ya que es la primera vez que un ex jefe de Estado es extraditado a su país para ser juzgado, y uno de los escasos casos en que un ex mandatario latinoamericano responde por sus actos ante la justicia.
Después de cinco años exiliado en Japón y dos detenido en Chile, el ex Presidente, quien había huido de Perú en el 2000 en medio de un escándalo de corrupción, fue devuelto a su tierra natal el 22 de septiembre del 2007 para enfrentar dos cargos por violación a los derechos humanos y cinco por corrupción.
El primer juicio, que inició el 26 de noviembre, culminó el 11 de diciembre con la condena de Fujimori a seis años de prisión por haber ordenado el registro ilegal del domicilio de la esposa de su ex asesor, Vladimiro Montesinos, presuntamente para encontrar videos que lo incriminarían.
Está en curso el segundo de sus juicios, en el cual se le imputa la responsabilidad del deceso de 25 personas, durante dos matanzas en 1991 y 1992. Aunque reconoció que el Ejército cometió abusos en la lucha contra la guerrilla que se dio durante los tres periodos en que fue Presidente de 1990 a 2000 y pidió disculpas a las víctimas, Fujimori proclamó su inocencia y negó que haya ordenado estas matanzas.
Si bien el proceso penal es transparente ya que se transmite por televisión y está seguido muy de cerca por gran parte de los ciudadanos, algunos temen que los jueces puedan ser presionados y acaben otorgando sanciones ligeras al político. Parte de la oposición sospecha una posible intervención del gobierno a favor de Fujimori, ya que desde la llegada al poder del actual presidente, Alan García, su partido, la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), ha recibido el apoyo de los congresistas del partido fujimorista, Alianza para el Futuro, en votaciones claves. La existencia de un pacto entre los dos partidos fue desmentida por el propio García en febrero de 2007.
Los juicios también podrían desestabilizar la clase política nacional, pues Fujimori estaría en posesión de decenas de videos que comprometerían a políticos, jueces, periodistas y empresarios del país.Es llamativo que el elemento que hizo posible estos juicios fue la avidez de poder del ex jefe de Estado, quien llegó a Chile en noviembre de 2005, donde fue detenido, cuando iba de camino a Perú para competir nuevamente en la elección presidencial. Una vez descartada esta posibilidad por la demanda de extradición solicitada por la justicia de su país, no renunció a sus aspiraciones políticas. El ser detenido en Chile no impidió que buscara ser electo senador en Japón, llevándolo al fracaso electoral.


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Entrevista con José María Calderón: Hay turbulencia en Latinoamérica

Publicado en Enfoque - Reforma

Por Laurence Pantin


(27-Ene-2008).- Tener una sola postura política ante el mundo le daría mucho más fuerza como región, pero lo cierto es que hoy América Latina está dividida entre una gran opción de centro-izquierda progresista, con países como Brasil, Argentina, Bolivia, Venezuela, Ecuador, Chile y Nicaragua, y un conjunto de países de centro-derecha, más afines a Estados Unidos, entre los que sobresalen México y Colombia.

José María Calderón Rodríguez, coordinador del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, describe en esta entrevista la complejidad de los nuevos paradigmas latinoamericanos: las turbulencias sociales surgidas como reacción a las políticas neoliberales heredadas del Consenso de Washington, los esfuerzos integracionistas por parte de algunos países y las enormes diferencias ideológicas y económicas de los países latinoamericanos. Razones para ver a la región con cierto pesimismo.


¿Qué está pasando hoy en América Latina?

Hay una enorme reacción en prácticamente todo el subcontinente, en contra del neoliberalismo. Es decir, las políticas económicas que se imponen en América Latina a partir del llamado Consenso de Washington han tenido un costo social muy alto. Y ha habido reacciones muy fuertes por parte de núcleos sociales muy consistentes formados por campesinos, indígenas, obreros, clases medias, empresarios incluso, sobre todo en el sector de los pequeños y medianos empresarios, que han sido, seguramente, los más afectados por ese tipo de políticas. Entonces, ha habido una especie de "rebelión" por parte de estos núcleos sociales, que a través de los procesos electorales han expresado una opinión adversa hacia las políticas económicas que se han llevado a cabo en América Latina a partir de 1989-1990.
Eso es el marco general que estamos observando, lo mismo en Argentina que en Uruguay, Brasil, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Centroamérica. Desde luego, no podemos hablar de una respuesta homogénea. No se puede equiparar la propuesta de Evo Morales, o incluso Chávez, con la propuesta de Lula. Los programas de Bachelet en Chile no son equiparables tampoco a los de Argentina. En algunos casos, se enfatizan los programas sociales. Y en otros se están reivindicando recursos naturales. Esto es el punto que hace mucho más radicales las posiciones de gobiernos como los de Chávez o Evo Morales, en donde se está reivindicando un recurso natural, que había sido privatizado en el caso de Bolivia. Países tan pobres como Bolivia están viendo en la recuperación de sus recursos naturales una última posibilidad para mejorar sus condiciones sociales de existencia.


Pareciera que América Latina está atravesando una zona de turbulencias. ¿Cómo se puede explicar?

Se trata de turbulencias sociales porque hay deudas sociales muy fuertes en cada uno de esos países. Las posiciones más radicalizadas se encuentran, no casualmente, en los países más empobrecidos. No es una casualidad que Bolivia y Ecuador estén planteando las políticas más radicales, vinculadas con movimientos étnicos muy poderosos. En aquellos países en donde la composición social es mucho más diversificada, es obvio que se obliga a tener políticas que busquen encontrar ciertos consensos entre núcleos muy diversos. Es el caso de Brasil y Argentina.
América Latina es la región donde las desigualdades son más notorias; sólo nos gana el área subsahariana. No son solamente diferencias entre ricos y pobres, es el hecho de que los ricos se han hecho cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Aquí está uno de los grandes focos de conflicto, de antagonismo y de inquietud social, y donde se está reclamando otro tipo de políticas, que no sean simplemente las dádivas económicas que el Consenso de Washington propuso a los varios gobiernos. Se trata de generar un tipo de política económica en donde las poblaciones puedan participar en los procesos de ascenso y movilidad social.


Pero ¿qué pasa con países de Centroamérica? Muchos de ellos son muy pobres pero no tienen esas propuestas tan radicales...

El dato importante es que a diferencia de lo que sucede en Bolivia, en donde ha habido un movimiento de masas ascendente y que ha obtenido triunfos importantes a lo largo de varios años, en el caso de Centroamérica viene de una sangrientísima guerrilla. Ha habido incluso un proceso muy fuerte de cooptación de la vieja dirigencia guerrillera, que se ha incorporado a experiencias gubernamentales. De alguna manera, hubo una cierta decapitación de las dirigencias del movimiento social. Entonces, 30 años de guerrilla en el caso de Guatemala dan un resultado paupérrimo desde el punto de vista de conquistas sociales. La sociedad guatemalteca está buscando otro tipo de respuestas por otras vías. No digo que Colom, el actual presidente socialdemócrata, sea la solución. Pero está un poco más colocado con una visión social diferente a la mano fuerte que estaba prometiendo el candidato de los militares.


También se ven iniciativas interesantes con algunos esfuerzos para unificar parte del continente. Es como si hubiera cierta necesidad de no seguir la vía de los países del primer mundo, de buscar una especie de tercera o cuarta vía...

Antes de etiquetar este tipo de alternativas que se están presentando, lo que sí se observa y forma parte de estas turbulencias es la necesidad de llevar a cabo políticas integracionistas, acuerdos internacionales de carácter regional o al menos subregional, que permitan a algunos países de América Latina presentarse con mayor fuerza ante los bloques regionales que se están constituyendo en el resto del planeta. Desde luego, los grandes bloques hoy por hoy son obviamente la Unión Europea y otro es el de Nafta -y esto explicaría la particular posición que tiene México en este momento, que rompe con su tradicional historia de articularse con el resto de América Latina-.
Habría esta necesidad (de integrarse), sobre todo a través de la capacidad gravitacional que tiene hoy el Mercosur -y dentro del Mercosur, Brasil y Argentina-. Estamos hablando prácticamente (de un PIB) de 2 billones de dólares. Si a esto agregamos la potencia energética que representa Venezuela, estamos hablando no simplemente de hipótesis integracionistas, sino de realidades que pueden constituir un verdadero proyecto de integración, para poder competir o por lo menos ser menos vulnerables ante las tendencias de regionalización que se observan en otros lugares del mundo.


Se habló mucho del giro a la izquierda que dio América Latina. ¿Lo que estamos viendo hoy se debe a una cuestión ideológica?

Tiene una connotación ideológica. Y si no la tuviera, se la daríamos. Pero más bien es una respuesta práctica ante necesidades imperiosas nuevas tanto internas como internacionales. Las internas ya las hemos señalado dándole esta connotación de una "rebelión social", de manifestación contraria a una política económica muy gravosa para grandes núcleos sociales y con una fuerte tendencia a la concentración de la riqueza. Una segunda tiene que ver con las nuevas tendencias internacionales. La globalización tiene un peso muy significativo desde el momento en que ha significado una intensificación de los intercambios comerciales, financieros, y un peso muy consistente de los grandes países centrales como los grandes rectores de este proceso. Las grandes naciones que dominaban al capitalismo en el siglo pasado o el siglo antepasado siguen siendo las dominadoras del siglo presente. ¿Cómo responder ante ello? Se trata de una respuesta práctica. Se demuestra fácilmente que posiciones unilaterales o bilaterales salen perdiendo porque Estados Unidos es una potencia demasiado fuerte. Se está viendo con México, con Colombia. Quizás vale la pena ir pensando en opciones más regionales que permitan enfrentar de manera distinta a los grandes colosos del planeta.


Este esfuerzo de unificarse por parte de algunos países de América Latina también parece tener límites...

Efectivamente, cuando hablamos de estas opciones en América Latina, estamos hablando de una gran opción de centro-izquierda progresista, en donde participan Brasil, Argentina, Bolivia, Venezuela, Ecuador, Chile, Nicaragua, con las diferencias que ya señalamos. Pero frente a este bloque subregional, también hay otro bloque, representado por aquellos países que tienen una relación mucho más directa con Estados Unidos, y que han optado por una opción más de centro-derecha, que son notoriamente Colombia y México.


¿No significa eso que hay una división de América Latina?

Claro.


¿Y eso es bueno?

Desde luego que no es bueno porque una posición unificada de toda la región le daría mucho más fuerza. México es la segunda economía del subcontinente. Si juntáramos las economías de Brasil, Argentina y México, representan el 85 por ciento de toda la economía de América Latina. Le daría una voz mayor en toda la región frente a otros lugares del mundo. No solamente eso, el hecho de poder unificar puntos de vista México y Brasil, colocados en las antípodas de la región, permitiría formar como un gigantesco abrazo a todo el resto del continente. Y México, por la posición que tiene como frontera frente al mundo anglosajón, sería un extraordinario portavoz de las necesidades regionales y podría ser un intermediario muy interesante de las posiciones anglosajones frente al mundo latino.
Pero, hoy por hoy, ni Estados Estados está dispuesto a tener interlocutores flexibles porque tiene una visión unilateral de las relaciones internacionales, sobre todo a partir del 11 de septiembre. En segundo lugar, en el caso de México, los beneficios que ha obtenido un núcleo muy concentrado de capitales, notoriamente monopolistas, de la relación con Estados Unidos hace muy difícil un cambio de la política.


¿Habría sido otra la historia si ganaba Andrés Manuel López Obrador en la última elección presidencial?

Es una muy buena pregunta porque López Obrador no hizo manifestaciones ostensibles de latinoamericanismo. La relación con Chávez fue más una imputación de la derecha que una declaración de López Obrador. O sea, tampoco se demostró que hubiera habido vínculos entre ambos. Quizás se hubiera visto mucho más cercano a Kirchner, a Lula, y muy diferenciado de Chávez.
Ahora, ¿qué hubiera pasado? Hay ciertas cuestiones de política internacional que no se modifican tan rápidamente como uno quisiera porque representan grandes intereses. No podemos olvidar que México tiene 3 mil 200 kilómetros de frontera, tiene un intercambio enorme con Estados Unidos. El 85 por ciento del comercio mundial de México está con Estados Unidos y Canadá. Pero, creo que habría habido, desde el punto de vista político e incluso económico, una búsqueda de reorientar las relaciones internacionales. La política mexicana no puede tener mayores márgenes de autonomía con una dependencia tan fuerte hacia Estados Unidos.


Por otro lado, la política exterior de Calderón tampoco fue tan cercana a Estados Unidos y se acercó más a algunos países de América Latina. ¿Está Calderón intentando cambiar el rumbo de la política exterior?

Es evidente que Calderón tenía que limar algunas asperezas con la región después de la equivocada, frívola, irresponsable política frente a América Latina que tuvo Fox. Había que buscar cierta cicatrización de las heridas con América Latina. Es una posición cosmética de buscar dar una cierta concesión a aquellos sectores que habían sido críticos a la política exterior de Fox.
No es fácil modificar efectivamente las relaciones. Los acuerdos establecidos con anterioridad son muy sólidos. Los vínculos económicos se han ido fortaleciendo. Todo eso evidentemente es fácil de romper. Por ejemplo, ahora se entrevistó con Chávez, pero lo siento todavía como posiciones muy superficiales, muy protocolarias, pero no veo propiamente una voluntad política real para modificar la política económica e internacional.
Hay un problema gravísimo con la migración, por ejemplo, y no se observan todavía pasos concretos en esa dirección. Cierto, es un problema muy complejo, estamos en vísperas de un cambio presidencial en Estados Unidos, no se sabe cuál va a ser la composición del nuevo Congreso. Entonces, se requiere un poco de tiempo para ver cuál va a ser la posición de Calderón pero ha habido una posición muy cerrada, por ejemplo, frente a la petición del sector agrícola por revisar el Tratado de Libre Comercio.


Y hoy, ¿se puede decir que México pertenece a América Latina?

Pertenecemos a América Latina. Sobre esto, hay dos percepciones en este momento. Está el mundo cultural, el mundo intelectual, el mundo que tiene que ver con la circulación de las ideas, que se siente parte, no solamente del mundo latinoamericano, sino del mundo iberoamericano. Éste es un mundo que puede ser que prospere a lo largo de los años, pero que no se traduce inmediatamente en resultados económicos ni tampoco diplomáticos. Y después está el mundo de los negocios, que participa muy dinámicamente con los países metropolitanos. Ese mundo sigue pensando en Estados Unidos, sigue pensando en los grandes países europeos y está pensando cada vez más en sus relaciones con Asia. Las relaciones con América Latina siguen siendo paupérrimas. Esto depende mucho también de decisiones políticas.
¿Qué sucede también con respecto a los sudamericanos? Algunos colegas sudamericanos siguen viendo a América Latina como algo que se acaba en Centroamérica, incluso a veces ni Centroamérica aparece. Creo que precisamente por eso tenemos que ser extraordinariamente cuidadosos en nuestras relaciones con el resto de la región.


Justamente, algunos autores dicen que hablar de América Latina no tiene sentido. ¿Se puede hablar de América Latina hoy?

Hay ciertas líneas profundas que articulan a los varios países de la región. Son líneas que tienen que ver con la cultura, con las tradiciones históricas, con la lengua. Somos países colonizados y entonces tenemos una articulación de carácter colonial o neocolonial que, o no ha sido rota, o ha sido reestablecida. No es una casualidad que se esté hablando, de algunos años a la fecha, de la reconquista de España, por la presencia que tiene España en el sistema financiero, en los sistemas energéticos, en las telecomunicaciones en América Latina.
Entonces hay que buscar cómo integrar la región, cómo establecer mayores vínculos, mayores acuerdos que hagan posible un proceso emancipatorio más fuerte frente a nuestras viejas y nuevas metrópolis. Desde este punto de vista, hablar de América Latina implica tomar las cosas con mucho cuidado. No se puede hablar en términos muy afirmativos y muy optimistas. Hay que hablar con un razonable pesimismo, pero también estamos viendo cómo hay esfuerzos por buscar que la región se integre.


Con las elecciones en Estados Unidos que vienen, ¿cuáles podrían ser los diferentes escenarios posibles?

La política norteamericana hacia América Latina es una política de Estado, es transpartidaria. No son decisiones presidenciales, sino que son decisiones de un Congreso que tiene fuerza real y que decide efectivamente las orientaciones de política internacional. Estados Unidos, además, no tiene políticas generales, tiene políticas específicas. Las va creando sobre la marcha, va respondiendo de acuerdo con sus necesidades específicas. Hoy, mi impresión es que no tiene muchas preocupaciones sobre América Latina. Tiene más bien preocupaciones sobre Medio Oriente, y crecientemente va a tener preocupaciones en el extremo Oriente, por la fuerza y la presencia que China y la India están representando en términos de participación en el mercado mundial. Por ello América Latina puede ir conquistándose más espacios propios y estableciendo con Estados Unidos un tipo de relación distinto al que históricamente ha desempeñado hasta ahora, que ha sido una relación de subordinación.