domingo, 16 de diciembre de 2007

Sobre la apertura comercial del campo mexicano


Alcanza la apertura al campo


Publicado en Enfoque - Reforma


Por Laurence Pantin


(16-Dic-2007).- ¿Quién teme al Tratado de Libre Comercio de América del Norte? Hace 15 años, la coincidencia era que quienes deberían preocuparse eran los campesinos mexicanos. Se pronosticaba que una vez abiertas todas las barreras arancelarias en materia agrícola, el 1o. de enero de 2008, los productos norteamericanos invadirían el mercado nacional y desplazarían a los productores nacionales. Ello en virtud de que los subsidios a los productores de Estados Unidos y Canadá les permiten producir a más bajo costo.
A 15 días de la desaparición de los aranceles y cuotas de importación relativos a los últimos cuatro productos agrícolas aún protegidos, el panorama es distinto. No se prevé que el último paso de la apertura agrícola agrave de manera evidente la situación en el campo mexicano, ya que esta liberalización se va a dar en un contexto internacional favorable: la demanda mundial de granos ha ido aumentando desde hace dos años como consecuencia del auge en la generación de biocombustibles, y los productores mexicanos no deberían tener problemas para colocar sus cosechas en el mercado.
Pero más allá del impacto del TLCAN y las condiciones internacionales favorables que lo mitigan, la agricultura nacional muestra señas de fragilidad y es cada vez más obvio el contraste entre los dos campos: uno próspero y preparado para la competencia, que incluso coloca productos nacionales en los primeros lugares del mercado internacional, y otro rezagado en el que las condiciones de vida se han agravado por el efecto de 20 años de políticas de liberalización.
Pese a los crecientes apoyos otorgados para acompañar esta liberalización, una franja importante de productores no está preparada para la apertura total.


Asimetrías y renegociación

El texto del TLCAN preveía la desaparición gradual de aranceles, hasta por 15 años en el caso de los cuatro productos más sensibles -maíz, frijol, azúcar y leche-, con el fin de dar tiempo a los productores para prepararse a la apertura. No obstante, en la práctica los tres países involucrados optaron por limitar el volumen de las importaciones, sin aplicarles aranceles.
En el caso de los cuatro productos mencionados, estos cupos de importación son los que van a desaparecer el próximo 1o. de enero, dejando totalmente libre la entrada de productos de Estados Unidos y Canadá al país.
Desde que se firmó el TLCAN (1992), se hicieron pronósticos pesimistas sobre el impacto que podía tener para los productores mexicanos, ya que el tratado no tomó en cuenta las asimetrías entre los tres países firmantes. Por ejemplo, según un análisis publicado en octubre pasado por el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados, cultivar una hectárea de maíz es 300 veces más caro en México que en Estados Unidos y rinde 3.5 veces menos toneladas de grano.
Los subsidios son otro ámbito donde la desproporción salta a la vista. "En los últimos seis años acumularon un subsidio de 340 dólares por productor en Estados Unidos, de 177 dólares en Canadá y en México de 76 dólares", deplora el diputado perredista Carlos Navarro López, presidente de la Comisión Legislativa de Desarrollo Rural.
A diferencia de lo que se hizo en la Unión Europea, donde se diseñó una política agrícola común que tomó en cuenta las ventajas productivas de todas las naciones, el TLCAN no intentó compatibilizar los sectores exitosos y débiles de cada país sino que los puso a competir entre sí, lamenta Miguel González, profesor en la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El economista estima que el no tomar en cuenta las asimetrías entre los tres países fue especialmente problemático para México, ya que el país también presenta grandes asimetrías en su propio territorio, entre una minoría de grandes productores del norte y el Bajío que lograron capitalizar y modernizar sus explotaciones y una mayoría de pequeños agricultores al sur sin acceso a los avances tecnológicos. Mientras la apertura comercial tiende a beneficiar a los primeros porque cuentan con capacidad de exportación, perjudica a los segundos, dado que su falta de infraestructura en almacenamiento y transporte, así como de conocimiento de los precios internacionales, reduce su poder de negociación ante los compradores.
Es por ello que algunas organizaciones de productores, como la Confederación Nacional Campesina (CNC), no dejaron de pedir la renegociación del capítulo agropecuario del TLCAN. Pese a que éste fue uno de los puntos que el gobierno se comprometía a analizar en el Acuerdo Nacional para el Campo firmado con asociaciones campesinas en 2003, cuando se quitaron los aranceles sobre más de 20 productos, el actual secretario de Agricultura, Alberto Cárdenas, expresó en octubre que el gobierno de Felipe Calderón no iba a renegociar.
"Si el gobierno no termina por entender que lleva al caos a los habitantes del sector agropecuario, este país tiene casi un 30 por ciento de su población en el campo y se pudiera dar un estallido social", considera el diputado priista César Duarte, "ésa es razón suficiente para tratar de cancelar el Tratado de Libre Comercio".
Según Patricia Aguilar, directora de Evaluación de Políticas Publicas Rurales del Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria de la Cámara de Diputados, lo que se debe revisar es toda la política de liberalización del campo, que inició desde los años ochenta. "El TLCAN es, a mi manera de ver, un eslabón en una estrategia de desarrollo mediante la cual se buscó impulsar la apertura desde principios de los ochentas. A partir de la crisis financiera de la deuda en 1982, el gobierno federal trató de cambiar la estrategia y en lugar de ver hacia el mercado interno, diseñó una estrategia de desarrollo en función del mercado externo", estima la investigadora.
Un indicio en ese sentido, de acuerdo con la especialista, es que los déficits en la balanza comercial agropecuaria nacional empezaron a verse desde los ochenta, mucho antes de la entrada en vigor del TLCAN, en 1994.


Impactos diferenciados

Aunque no necesariamente coinciden en cuanto al posible impacto de la apertura sobre los productores nacionales, los analistas consultados están de acuerdo en que éste dependerá de la situación particular de cada sector.
Con respecto al maíz, cuya liberalización fue considerada como la más sensible por su importancia en la agricultura del país, la apertura no debería modificar la balanza comercial de manera drástica, considera Patricia Aguilar, ya que las importaciones del grano han ido aumentando paulatinamente desde 1998, cuando eran de 5.2 millones de toneladas, pasando a 10.7 millones de toneladas en 2006.
Además, el contexto internacional de altos precios debería controlar el efecto de la apertura definitiva. Los precios mundiales del maíz amarillo aumentaron cuando éste se empezó a usar para producir etanol, especialmente en Estados Unidos. En México, donde tradicionalmente se produce maíz blanco para consumo humano y se importa maíz amarillo para alimentar a los animales, la creciente demanda de maíz amarillo a nivel internacional generó escasez y obligó a los productores nacionales de carne y huevo a comprar la variante blanca del grano. Es por ello que entre enero de 2006 y octubre de 2007 el precio del cereal en el país se incrementó en más de 45 por ciento según el Banco de México.
Para Miguel González, investigador de la UNAM, es probable que se mantenga alto el precio del maíz el próximo año y esto podría presionar al alza los precios de los alimentos cuya producción usa maíz como forraje (carne, huevo, leche), así como de otros granos ahora usados como alternativas al maíz. En este contexto, los consumidores serían los más perjudicados, como fue el caso a principio de este año cuando los precios de la leche y de la tortilla se dispararon.
En cambio, los grandes productores de granos, y en particular de maíz, podrían verse beneficiados por el alza en los precios y aprovecharse de la desaparición de las barreras arancelarias para incrementar sus exportaciones a Estados Unidos. "Cuando teníamos aquí precios más altos y en Estados Unidos precios más bajos, indudablemente que entraran los productos a precios más bajos iba a hacer que los productores mexicanos no pudieran producir a este precio", expresa González, "sin embargo, en el caso de la mayoría de los granos básicos -sobre todo en el caso del maíz, que es el más importante, y del trigo en menor medida- los precios internacionales ya están más altos que adentro. Entonces, eso no va a representar un desincentivo para producir, al contrario".
En cuanto a la caña de azúcar, México cuenta cada año con excedentes de cerca de 200 mil toneladas, mientras que Estados Unidos es deficitario. Francisco Domínguez, diputado por Querétaro y vicecoordinador de la bancada del PAN en cuestiones agropecuarias, estima que la situación es alentadora para los productores nacionales. Además, ya que el etanol también puede producirse a partir de caña de azúcar, se espera que la demanda y el precio del producto no bajen en los próximos años.
El sector de la leche, por su parte, se encuentra actualmente en una situación difícil dado que no cubre las necesidades del país y se vio afectado por el incremento en los precios del forraje. Sin embargo, las cosas podrían mejorar el próximo año, según Domínguez, porque el precio de la leche dejará de ser controlado por el gobierno y se fijará por las reglas del mercado.
Dado que los precios internacionales han subido en los últimos años debido al creciente consumo del producto en India y China, el panista opina que los productores podrían verse favorecidos. Los más afectados, entonces, deberían ser los consumidores.
El caso del frijol es el más problemático, en parte porque el consumo nacional de este grano ha ido decayendo en los últimos años, sin que el esfuerzo de reconversión de los productores mexicanos haya sido suficiente. Además, la falta de planeación en las siembras nacionales ha provocado problemas de sobreoferta en ciertas épocas que afectan la comercialización del grano en zonas tradicionalmente productoras de frijol.
Domínguez lamenta que el gobierno y los productores del sector no hayan buscado la manera de darle valor agregado al producto, lo que les permitiría defenderse mejor de la competencia de los agricultores de Estados Unidos. "Pero se etiquetaron mil 500 millones de pesos para los productores de frijol del país, como mínimo", confía el legislador panista.


Persisten los subsidios

El diputado priista Héctor Padilla considera que los apoyos al campo mexicano para preparase a la apertura no tuvieron el éxito deseado. "El campo no está listo para una apertura de esa magnitud porque tenemos un campo deteriorado por la acción de muchos años de una política abierta a ultranza", opina el también presidente de la Comisión de Agricultura y Ganadería.
Prueba de ello es que, pese a los elevados precios de los granos que se registraron desde hace dos años, el gobierno sigue dando subsidios cada vez más altos. En el 2007 el Programa Especial Concurrente para el Desarrollo Rural Sustentable (PEC), que agrupa todos los recursos destinados al campo, alcanzó 176 mil millones de pesos, 21 mil millones de pesos más que en 2006.
Para 2008, la Cámara de Diputados votó un presupuesto de 204 mil millones de pesos para el PEC, pero esta vez los legisladores previeron la posibilidad de mover el destino de los recursos en función de la fluctuación de los precios internacionales. "Hay un mecanismo que llamamos un fondo compensatorio para que los recursos que van en apoyo a la competitividad tengan una dinámica de movimiento de recursos, que si el maíz tiene recursos suficientes por el precio que se ha mantenido, esos recursos se puedan trasladar al trigo, al sorgo, al café", expone el diputado priista César Duarte.
Aunque subraya la necesidad de apoyar a los productores mexicanos, Patricia Aguilar duda de que la forma en que se aplican los subsidios sea la mejor estrategia para lograr este objetivo. "Son decisiones de política", considera la experta, "aquí ha sido más cómodo el estar apoyando a estos agricultores que el venir a pelear en contra de Estados Unidos para que quite sus subsidios".
La especialista toma el ejemplo de la lucha de Brasil para exigir al país norteamericano que deje de subsidiar a sus productores de algodón ya que esos apoyos les permiten vender más barato que los productores brasileños. Aguilar estima que habría sido conveniente para México asociarse con Brasil en este esfuerzo, pues es muy alto el monto de los apoyos que México otorga a sus productores de algodón para competir con los de Estados Unidos. Este año, se destinaron 713.4 millones de pesos para apoyar a 3 mil 469 algodoneros, quienes recibieron en promedio 205 mil 650 pesos cada uno.
Además, algunos subsidios, como son los apoyos a la comercialización, tienen la característica de repartirse entre pocos, ya que se otorgan a los productores con más capacidad de presión. De acuerdo con el documento Metaevaluación de programas de la Sagarpa dirigidos a productores agrícolas básicos, publicado por el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria de la Cámara de Diputados, en 2006 fueron 144 mil los productores que tuvieron acceso a los apoyos a la comercialización, cuyo presupuesto fue de 8 mil millones de pesos; esto es, cada productor recibió en promedio cerca de 55 mil 500 pesos. En comparación, el Programa de Apoyos Directos al Campo (Procampo), que otorga un apoyo por hectárea a los productores que son propietarios o arriendan una superficie cultivada, benefició el mismo año a 2.7 millones de personas y contó con un presupuesto de 15 mil 272 millones de pesos, por lo que el apoyo promedio por productor alcanzó 5 mil 700 pesos.
Otro problema es que ciertos apoyos se siguieron aplicando durante 16 años cuando se suponía que iban a ser transitorios. En ese sentido, la decisión del gobierno federal de continuar por seis años más el Procampo cuando estaba previsto que acabara en 2008 es una señal de que los subsidios no han tenido el resultado esperado para el que fueron creados.
Como consecuencia, el presupuesto para el campo aumenta año con año, pero los resultados no se dejan ver, según Carlos Navarro. "El grueso de la población rural -estoy hablando de 25 millones de mexicanos- no mejora", manifiesta el diputado, "no mejora el ingreso, no mejora el empleo, no mejoran las condiciones en las que vive la gente en el campo".
"¿Por qué si hay tantos millones para el presupuesto rural la gente sigue igual de amolada?", se cuestiona el legislador, para responderse a sí mismo: "porque se benefician unos cuantos, los de arriba. Porque las reglas de operación que expide el Ejecutivo, que no es otra cosa que los requisitos, son muy complicados, muy engorrosos. Es mucha la tramitología y los campesinos batallan mucho para unos papeles y cuando llegan a la ventanilla ya la cerraron".

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Entrevistas con Alberto Cárdenas y Cruz López: Un tratado, dos visiones


Publicado en Enfoque - Reforma

Por Laurence Pantin


(16-Dic-2007).- El secretario del ramo, Alberto Cárdenas, afirma que los productores mexicanos están listos para la apertura prevista en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte el próximo 1o. de enero. Estima que lo más duro ya pasó, pues de más de mil 100 productos, solamente cuatro quedan por desgravarse. El funcionario defiende los resultados de los programas que se crearon para preparar el campo a la liberalización y rechaza que la negativa del gobierno a renegociar el TLCAN implique riesgos de inconformidad social como ocurrió en 2003.
En contraste, Cruz López, presidente de la Confederación Nacional Campesina -la organización priista de productores- afirma que la apertura del próximo año podría provocar serios problemas para colocar las cosechas nacionales de maíz y frijol. Cuestiona severamente las políticas públicas de apoyo a los productores, considerando que son insuficientes en comparación con los subsidios que reciben los norteamericanos, y critica en particular el Procampo, que su propio partido, el PRI, instrumentó cuando estaba en el poder. Advierte que su organización presionará al gobierno para que, más allá de renegociar el capítulo agropecuario del TLCAN, establezca un mecanismo de administración de importaciones y exportaciones.


Alberto Cárdenas: secretario de Agricultura


'No hay por qué alarmarse'


¿Qué se hizo para preparar al campo para la desaparición de aranceles en 2008?
México trae un proceso de desgravación cada vez más amplio, de tal forma que en esta fase mil 100 productos que tienen origen del campo ya tienen desgravación cero. Es decir, lo duro, lo fuerte, ya ha pasado. Un segundo punto es que a través del tiempo, México ha afinado estrategias y en este año hemos construido una serie de políticas públicas orientadas a la productividad, productividad y más productividad.

¿Qué es lo que no se hizo y se debió hacer para ser más exitosos?
Lo que no se hizo, sin duda alguna, es la productividad. Debimos haber acelerado las estrategias para elevar la productividad en muchos de los productos. En segundo lugar, los salarios de los trabajadores del campo. Debimos haber propiciado que hubiesen crecido. Aquí un promedio de 10 o 15 dólares es lo que gana al día un trabajador del campo, cuando en otros países es lo que se gana en una hora. La distribución de la riqueza de lo que se produce en el campo tampoco ha sido de las más justa y equitativa. Y un cuarto elemento es el medio ambiente: el campo mexicano fue muy agresivo con los ecosistemas de este país y eso lo debimos haber cuidado mucho más.

¿Qué se está haciendo para atender estos problemas pendientes?
Primero reconocerlos. Segundo, conocerlos más a fondo. Y tercero, no esquivarlos, enfrentarlos. Por ejemplo, uno de esos problemas es el medioambiental: ¿Qué estamos haciendo?: presupuestos, política pública, estrategias muy puntuales y esto es cómo debemos enfrentar las debilidades (sic), entrándoles de lleno.

En mayo declaraba, refiriéndose a la apertura: "Estamos en el campo listos para dar la batalla". ¿Por qué considera que estamos listos?
Porque tenemos fortalezas muy dignas de reconocerse. Tenemos organizaciones de productores muy fuertes. Somos de los países que ocupamos los primeros tres, cuatro lugares en el mundo en decenas de productos. Este año estamos creciendo a más del 7 por ciento en el ritmo de exportaciones, nos estaremos aproximando a los 15 mil millones de dólares de productos agroalimentarios. Es señal de que estamos ganando mercados en distintas partes del mundo.

Pero también se decidió continuar el Procampo seis años más de lo previsto, cuando supuestamente estaba diseñado para preparar esta apertura. ¿No es una señal de que no estamos totalmente listos?
El Procampo era un programa más para apoyar a la gente del campo, pero no era donde se centraba toda la estrategia del campo mexicano. ¿Por qué seis años más?, porque es uno de los subsidios menos regresivos que tiene el campo mexicano.
Además ningún país baja la guardia. Si vemos a los canadienses, a los americanos, a los europeos, vemos cómo los subsidios siguen creciendo. Entonces si es el único programa que tenemos que le llega a toda la gente del campo, no podríamos dar un paso atrás.

México nunca podrá dar tantos subsidios como los países más ricos. ¿No significa que deberíamos insistir más en luchar contra esos subsidios en otros países?
Eso se ha dado antes y ahora también. Ante la OMC, peleamos por menos subsidios de los países ricos, que nos abran más sus fronteras, para que no se subsidien tanto las exportaciones. Pero todos sabemos también cómo funcionan esas negociaciones en la OMC, que son muy largas y pocas veces dan frutos.

Y si el campo está listo, ¿por qué, en la coyuntura actual de alza de precios, se siguen dando tantos subsidios como antes?
Cuando nos asomamos a Estados Unidos se está hablando de un subsidio al campo de 100 mil millones de dólares y aquí estaremos varias decenas de veces más abajo. Por ese lado, cuando en mi Secretaría se sube a 700 millones de dólares de apoyos, no es absolutamente nada en comparación con los subsidios que se dan en los países ricos. No hay por qué alarmarse.

Pero más allá de los otros países, si aun cuando los precios están favorables a los productores se siguen dando subsidios, ¿cuándo podremos dejar de darlos?
Los subsidios no se repiten tal cual para los mismos conceptos. Si por esta vez tienes precios más atractivos para los productores de granos, no es así para el sector pecuario que es el que ahora tienes que subsidiar, sea por otro tipo de mecanismos, sean por fletes, por coberturas, por agriculturas por contratos, por pignoraciones.

Dijo que no se iba a renegociar el capítulo agropecuario del TLC, pero algunas organizaciones campesinas insisten en ello. ¿Podría generarse un problema social, como en 2003?
No lo creo. Me gustaría -y ya se los dije a todas las organizaciones- que nos dijeran en qué y cómo, y que se hubiese presentado un estudio o al menos una serie de planteamientos más precisos sobre qué renegociar. Me parece que no cabe una renegociación.

El Presidente dijo que los apoyos se iban a entregar con oportunidad. Pero en el caso del plan emergente para la leche los apoyos se dieron en octubre, cuando la apertura del sector ocurrirá en enero. ¿No es un problema?
Uno de los problemas que tenía el campo históricamente era el pago tardío de los dineros. Hoy no recuerdo ninguna visita del Presidente en donde le bloqueen carreteras porque los pagos no estén llegando al campo. Hoy los recursos del campo están llegando oportunamente. Estamos acercándonos a un 98 por ciento del ejercicio, antes del 1o. de diciembre, y ése es un salto histórico.
Si en el caso de la leche nos tardamos dos o tres meses en que el recurso llegara después de que se anunció, fue porque no se esperaba un disparo del precio mundial de la leche. Cuando entró la Sagarpa, tuvo que instrumentar un programa y reglas de operación cuando estaba tan delicado el tema. Entonces si tardamos dos meses en que el dinero llegara, a mí me parece muy normal.



Cruz López: presidente de la CNC


'Nos arruinaron, no nos estaban preparando'


¿Cuáles podrían ser los impactos de la desaparición de aranceles prevista para enero de 2008?
El principal impacto que vamos a tener nosotros es la dificultad para la colocación de nuestras cosechas. Tenemos un mercado interno que absorbe toda nuestra producción de azúcar. Entonces, el problema es sobre todo en maíz, frijol y leche. ¿Por qué razón? En el caso de maíz y frijol, estamos con la apertura total en materia de aranceles a partir de 1994, o sea, desde que empezó el TLCAN.
En 1994, los norteamericanos, los canadienses y nosotros teníamos el mismo nivel de apoyos directos a los productores y andaban más o menos en el orden del 18 por ciento de las utilidades de los productores. Lo que sucede es que empezaron a incrementar muy fuertemente el apoyo a sus productores. De manera individual, le dan a los productores del orden de 20 mil dólares anuales en promedio. Y en el caso nuestro, en el mejor de los casos, el productor recibe en apoyos directos del orden de 770 dólares.

El Procampo fue uno de los programas que se crearon para preparar al campo mexicano...
¡Esta historia la conozco perfectamente! Se canjearon los precios de garantía por el Procampo. Con el Procampo salimos perdiendo porque el Procampo era mucho menor que la certidumbre y el ingreso que nos daban los precios de garantía. Allí nos arruinaron, no nos estaban preparando. Aceptamos un mal canje. O sea, el Procampo déjalo por fuera porque no resolvió en aquella época ni resuelve en este momento nada.

Pero no hubo solamente el Procampo. Ahora hay más de 50 programas que tiene Sagarpa y muchos de ellos se crearon con la idea de preparar al campo a la apertura. ¿Dónde fue el problema entonces?
Es un problema de insuficiencia. Todos los apoyos que hemos recibido nos han permitido sólo mantenernos en términos reales con los apoyos que teníamos en aquella época. Estados Unidos crece en el apoyo a sus productores de un 19 por ciento a un 40 por ciento, mientras nosotros nos mantenemos en el 19 por ciento.
Y luego nos inventan esta esperanza inútil que se llama Ronda de Doha. Es para que los gobiernos mexicanos que actúan con una tremenda ingenuidad supongan que efectivamente los países desarrollados que han incrementado sus apoyos a sus productores ahora los van a reducir. Compara la Farm Bill actual de Estados Unidos con los apoyos que nosotros estamos recibiendo. Te vas a dar una idea muy clara de que los productores tanto canadienses como norteamericanos tienen todo para apropiarse de los mercados nacionales.

¿Por qué las organizaciones piden más subsidios acá en lugar de luchar contra los subsidios en Estados Unidos?
Las organizaciones campesinas hemos hecho lo que está en nuestras manos. De acuerdo con el derecho internacional de comercio que prevalece en este momento, quien nos representa en los paneles es el gobierno. Y el gobierno, a la hora que presenta su fundamentación de los casos, yo digo que en ocasiones hasta deliberadamente, lo hace con fallas. Y a final de cuentas, que recuerde, no se ha ganado ninguno de los casos que se han interpuesto.

¿No se puede ejercer presión sobre el gobierno para que no tenga tantas fallas a la hora de presentar sus casos?
Para hacer eso necesitamos la honda de David y pegarle en la cabeza una pedrada al Goliat. Pero el que maneja la honda y la dispara se llama gobierno federal y tiene muy mala puntería. Además, no tiene la disposición ni siquiera de apuntarle con la honda a los Estados Unidos. O sea, todas nuestras propuestas van en el sentido de presionar al gobierno mexicano.
¿Qué es lo que estamos proponiendo? Una adenda (apéndice) del Acuerdo Nacional para el Campo, un convenio de competitividad de las ramas de producción, un programa emergente de empleo en zonas expulsoras, y hemos hecho todo lo necesario para enmendar las propuestas de presupuesto totalmente fuera de compromiso con los productores nacionales que ha hecho el gobierno. Si hubieran aprobado los proyectos de presupuesto que mandó el gobierno federal en los últimos seis años, ahorita tendrías francamente una inconformidad social en el campo que difícilmente la hubiera podido detener el gobierno de México.

¿Y qué viene para el próximo año, más inconformidad?
Por supuesto que va a haber inconformidad. Porque aparte de eso, tenemos que presionar al gobierno para que se apruebe el mecanismo de administración de importaciones y exportaciones, que está en el Acuerdo Nacional para el Campo y está refrendado en al adenda que vamos a firmar. ¿Qué significa eso? Significa que si se acaba el TLCAN, porque ya no hay cupos, no estamos obligados a comprar lo que no necesitamos.

¿Esto no va en contra del TLC?
El TLC ya no existe. En materia agropecuaria, el TLC termina el 31 de diciembre y entramos a la apertura comercial total.

Pues por eso, si hay apertura comercial total, ¿controlar las importaciones no va en contra de esta apertura?
No, no, no. El mecanismo de administración de importaciones y exportaciones significa que nosotros no debemos de comprar lo que no necesitamos, porque además está en la propia Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que está por encima del TLCAN. Y eso también está en todo el derecho que existe de comercio internacional y de la heredera del GATT, que es la OMC.